Volvemos a recordar el ejemplo que pusimos en otra entrada:
Supongamos que
quisiéramos trasladar un castillo medieval escocés desde Aberdeen (Escocia)
hasta Sacramento (California) y que este traslado fuera lo más económico
posible. El proceso precisaría de tres etapas:
1. Primero será necesario desmontar, en origen y pieza a
pieza, el castillo. A la hora de desmontarlo, sería necesario etiquetar e
identificar cada pieza, así como definir planos e instrucciones de montaje, de
manera que los encargados de la reconstrucción supiesen interpretarlos y
llevarla a cabo de manera eficaz.
2. En segundo lugar, efectuar el traslado.
Una estrategia directa para realizar el traslado, pero cara, sería contratar
uno o varios medios de transporte elegidos ex profeso y efectuarlo de forma
conjunta. Una segunda opción consistiría en aprovechar cualquier medio de
transporte que pasase por Aberdeen (independientemente del lugar adonde se
dirigiese) y colocar en él, de forma gratuita, las piezas que cupiesen. Estas
piezas llegarían a un lugar de destino que no coincidiría con Sacramento, pero
desde este destino intermedio embarcarían en otro medio de transporte con otro
destino diferente (no necesariamente Sacramento). Sin embargo, si se repitiese
este proceso tantas veces como fuera necesario, todas las piezas llegarían por
separado a Sacramento tarde o temprano.
3. Por último, reconstruirlo en el lugar de destino. Sería necesario
contar con la certeza de que todas y cada una de las piezas hubiera llegado,
así como con la capacidad para entender e interpretar con claridad las
instrucciones para proceder a su montaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario